Momopapel reúne dos de mis amores, uno mucho más grande y profundo que el otro, incomparables entre sí, pero ambos, amores al fin.
En este caso, Momo poco tiene que ver con el dios del Carnaval, pero sí tiene de festivo y alegre.
Mi sobrina C llamaba así a mi hija M cuando eran pequeñas, aún lo son, pero ya no tanto. Momo surgió con la media lengua de la primera.
Momo, que era M, también creció y fue así que de tanto oír: "Momo, Momo" bautizó a C con ese apodo y C pasó a ser Momo por un par de años.
Momo, que era M, también creció y fue así que de tanto oír: "Momo, Momo" bautizó a C con ese apodo y C pasó a ser Momo por un par de años.
Lamento que no hayan conservado el sobrenombre ya que formaba parte de aquel vocabulario infantil que comenzaba a florecer.
Momo es mi gran amor!
El otro amor es literal, es el papel. Amo el papel, tanto sea para escribir, envolver, regalar, atesorar, apreciar. Papel en todas sus versiones, blanco, de color, texturado, impreso, arrugado, deshechado. Mi casa esconde papeles por todos lados. Los cajones del escritorio: glacé, charol, adhesivo y afiche, los del archivador: de seda y de regalo. El baúl del living, es el baúl de los tesoros, papel nacional, argentino, español, estadounidense, japonés, papel y más papel se esconde en él.
Excelente díada de amores: hijos + papel, la oportunidad de ingresar en un mundo de amor, magia y creación.
Ah!! también el papel de revista me encanta!
